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El famoso puesto de “xôi” de siete colores de Buôn Ma Thuột llega a Ciudad Ho Chi Minh
Después de hacerse famoso por atraer largas filas de clientes que esperaban comprar su “xôi bảy màu” (arroz glutinoso de siete colores) en Buôn Ma Thuột, Lê Văn Tuấn ha llevado ahora este plato a Ciudad Ho Chi Minh, conquistando a muchos comensales con su sabor único.
Alrededor de las seis de la mañana, el señor Lê Văn Tuấn, de 53 años, coloca su vitrina, ollas y bandejas en la esquina de la calle 9A, barrio Long Bình, y comienza a preparar su venta de “xôi”. La olla está llena hasta el borde, llamando la atención con los granos de arroz pegajoso en una variedad de colores vivos.
Con movimientos rápidos, el hombre sirve el arroz, añade el relleno, lo envuelve en una hoja de arroz inflado y lo ata con una hoja de pandan seca. Nacido en Ciudad Ho Chi Minh, Tuấn trabajó un tiempo en una oficina en Buôn Ma Thuột, pero no se adaptó. En 2019, después de aprender el oficio de un amigo en Cà Mau, decidió dedicarse al “xôi” de siete colores. Su puesto se volvió rápidamente conocido; cada mañana los clientes hacían largas filas, especialmente tras hacerse viral en las redes sociales.
Recientemente regresó a Ciudad Ho Chi Minh para tratar una enfermedad y cuidar a su madre, de más de 80 años. Su famoso puesto también “viajó” con él a la gran ciudad. “Llevo vendiendo alrededor de un mes; los clientes aún no son muchos, pero quienes lo prueban siempre vuelven. Poco a poco más gente lo conocerá”, comenta.
El plato original se servía con durián, pero luego Tuấn creó otras variantes con rellenos como semillas de loto, taro, crema de huevo (cadé), yema salada o jackfruit (mít). Lo que atrae es la combinación de colores —amarillo, púrpura, blanco, rojo, verde— que estimula la vista. “No uso colorantes artificiales, todos los colores vienen de ingredientes naturales”, explica Tuấn.
El arroz tailandés, de grano largo y aroma especial, se remoja desde la noche anterior en diferentes hojas, flores o frutas para obtener los tonos deseados. El blanco proviene del arroz puro; el azul del clitoria ternatea (hoa đậu biếc); el amarillo del fruto de dành dành; el rojo del arroz hồng cúc; el púrpura de las hojas lá cẩm; y el naranja rojizo del fruto del gấc. Para lograr un verde brillante, mezcla el dành dành con la flor azul.
“El color natural no es uniforme; los granos pueden ser más claros o más oscuros, especialmente los del fondo de la olla. Si se usaran químicos, el color sería demasiado parejo y brillante”, aclara. Según él, basta remojar un puñado de arroz en agua por dos horas: si el color se desvanece gradualmente, es natural.
A las tres de la madrugada enciende el fuego. Tras remojarse y escurrirse, los distintos arroces se cuecen al vapor juntos durante casi dos horas, más tiempo que el arroz glutinoso común. El fuego se mantiene bajo para evitar que los colores se mezclen o se destiñan. Cada día utiliza unos 5 kilos de arroz.
Mientras espera que el arroz esté listo, prepara los rellenos: frijol mungo triturado, taro cocido, coco rallado y sésamo con sal. Algunos rellenos especiales, como cadé de té verde o de huevo, son invenciones propias para atraer al público joven. Las hojas infladas las encarga a un taller artesanal en Bến Tre.
El arroz se extiende sobre la hoja inflada y se cubre con el relleno que el cliente elija. Cada porción lleva coco rallado, sésamo o leche de coco, luego se enrolla y ata con hoja de pandan seca. Los vivos colores y las capas de relleno hacen el plato visualmente muy atractivo. Cada porción cuesta entre 15.000 y 25.000 dongs, según el tipo de relleno.
Actualmente, el menú incluye unas diez variedades: xôi de siete colores, semillas de loto con lá cẩm, arroz negro con leche de coco, cadé de té verde, cadé de huevo, durián, taro, jackfruit y perlas con yema salada. El cadé, en sus diferentes versiones, es el relleno clave que define el sabor característico: espeso, cremoso y de color similar al flan.
Cada día vende entre 80 y 90 porciones, siendo las más populares las de durián y semillas de loto, que representan la mitad de las ventas. Casi todas las versiones son dulces, excepto la de perlas con yema salada, que es salada. “Los clientes también pueden combinar varios rellenos según su gusto”, comenta Tuấn.
El puesto se llena entre las 7 y 9 de la mañana; a veces los clientes rodean el carrito para alcanzar a comprar antes del trabajo o las clases. Cada porción se prepara en unos 30 segundos, aunque, al trabajar solo, a veces los clientes deben esperar.
Desde hace un mes, Quốc Nam suele pasar por allí de camino al trabajo para comprar xôi de durián o de semillas de loto. “El arroz huele delicioso, los colores son bonitos y el dulzor es justo. A mi hijo le encanta el de durián; tiene un sabor cremoso y suave, aunque los granos podrían estar un poco más tiernos”, comenta.
Por su parte, Phạm Hồng se detuvo al ver el nombre curioso del plato. “El xôi es muy vistoso, bien presentado, con muchos rellenos y a buen precio para ser desayuno”, opina. En Ciudad Ho Chi Minh, dice, es difícil encontrar un puesto similar, y la forma de enrollarlo en hoja inflada le recordó al xôi de su infancia.
Gracias a su rareza, su sabor especial y la amabilidad del dueño, Tuấn ya cuenta con varios clientes habituales a pesar de llevar poco tiempo. Después de las 9 o 10 de la mañana recoge el puesto y vende el resto en línea. Está ubicado en una calle principal, fácil de encontrar y con espacio para estacionar.