Los surcoreanos enloquecen por el pan y los pasteles

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Los surcoreanos enloquecen por el pan y los pasteles

01 Enero, 1970

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Los surcoreanos enloquecen por el pan y los pasteles

El pan y los pasteles en Corea del Sur no son solo comida, sino un “remedio” para el alma, y las panaderías se han convertido en destinos turísticos imprescindibles.

El fenómeno del “bread pilgrimage” (peregrinación del pan) se está popularizando en Corea del Sur, transformando las panaderías desde Seúl hasta Jeju en lugares turísticos. Aunque el pan no es un alimento tradicional, esta fiebre comenzó a finales de los años 1980, cuando cadenas como Paris Baguette o Tous Les Jours cambiaron los hábitos de consumo, convirtiendo el pan en un desayuno práctico para los oficinistas.

El mercado de panadería en Corea del Sur alcanzó ingresos de 18,9 mil millones de dólares en 2024, con un crecimiento anual del 2 al 6%. Desde aproximadamente 2018, el consumo de pan incluso ha superado al del arroz y los fideos en algunas zonas.

De Jeju a Seúl y Daejeon, las panaderías se han convertido en destinos culturales, comparables a cafeterías o galerías de arte.

En Jeju, largas filas de turistas no esperan para ver paisajes, sino para comprar pan en London Bagel Museum. Para muchos, un bagel de corteza firme con relleno de queso crema no es solo comida, sino una “recompensa” por su paciencia. A pocos kilómetros, la marca Randy’s Donuts de Los Ángeles también atrae clientes con sabores adaptados al gusto coreano, como sésamo negro o mandarina Hallabong, típica de la isla.

En Seúl, la nueva “estrella” es el sogeum-ppang (pan con mantequilla y sal). Hecho con masa laminada, mantequilla fresca y un toque de sal, conquista a los clientes con su corteza crujiente y su interior suave y derretido. En el barrio de Seongsu-dong, varias panaderías siempre tienen filas interminables. En redes sociales, los influencers graban en cámara lenta el momento de partir el pan, describiendo la sensación como si evaluaran un producto tecnológico.

La fiebre también ha llegado a Daejeon, a dos horas de Seúl, con Sungsimdang como epicentro. Fundada en 1956, esta panadería es considerada la creadora del fried soboro-ppang (panecillo frito con relleno de frijol rojo). Su menú continúa expandiéndose con creaciones como pan de ajo y ciboulette o baguette con huevas de pescado.

Sungsimdang se ha convertido en un símbolo de Daejeon. Los locales compran pan para regalar y los turistas lo consideran un lugar obligatorio. A principios de este año, el gobierno de la ciudad publicó una guía llamada “Bread Walk in Daejeon” (Paseo por las panaderías de Daejeon), en la que presenta más de 100 tiendas.

En Corea del Sur, el pan está dejando de ser un alimento básico para transformarse en un producto de lujo, un premio personal después de un día agotador. En una sociedad acelerada, un croissant de 7.000 won (125.000 VND) o un bagel de 6.000 won (110.000 VND) no son esenciales, pero brindan una sensación inmediata de consuelo.

Este fenómeno surge de la necesidad emocional de sanar. “El pan no es esencial, pero la vida es más bonita cuando lo tienes”, dice Jeong, estudiante de la Universidad de Seúl. No duda en gastar dinero en un buen pan, considerándolo una “forma dulce de aliviar el estrés”.

De hecho, los precios del pan han aumentado rápidamente. Según Korea Credit Data, el precio del bagel subió un 44% y el del sogeum-ppang un 30% en los últimos tres años. Un informe de la Comisión de Comercio Justo muestra que el índice de precios del pan en Corea en 2023 fue de 129, superior al de Estados Unidos (125), Japón (120) y Francia (118).

A pesar del aumento de precios, las largas filas no disminuyen. Aceptar hacer fila convierte la compra de pan en un símbolo de paciencia, un raro momento para “vivir despacio”.

A diferencia del pan francés crujiente, el pan coreano suele ser suave y dulce, influenciado por estilos asiáticos (Japón). Las panaderías experimentan con rellenos como queso crema, frijol rojo o mantequilla salada.

La cultura del pan no es exclusiva de los jóvenes. A medida que la gastronomía occidental se ha integrado en el estilo de vida coreano durante las últimas décadas, los adultos mayores también han incorporado el pan en su rutina. “A los coreanos les encanta el pan porque es ligero como un snack, no pesado como una comida tradicional”, comparte la señora Choi, de unos 50 años. Para ella, es un acompañamiento perfecto para el café: “práctico y acorde al ritmo acelerado”.

De una opción conveniente, el pan coreano ha evolucionado hasta convertirse en una terapia emocional. Y esta fiebre está lejos de terminar.

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